Debido al estudio de los distintos tipos de sociedades en la asignatura
de filosofía, nos gustaría comentar el caso de Japón como sociedad homogénea. El
concepto de “sociedad homogénea” no describe la forma de gobierno que hay en la
misma, sino cómo es esta en el ámbito cultural y étnico (aunque está directamente relacionadas con su organización política).
Pero, ¿qué es una
sociedad homogénea? Pues bien, como su nombre indica, es una sociedad en la que
todos sus miembros son iguales: pertenecen a un mismo grupo racial, hablan un
único idioma y comparten las mismas creencias y costumbres. Japón, que consta de unos 127.000.000 habitantes y casi el 99% procede de padres
nipones,
ha sido calificado por algunos autores como una sociedad de “mente de enjambre”.
Esta noción de un “pensamiento colectivo” se fomenta desde la infancia, a
través del sistema educativo. Los niños japoneses aprenden a base de repetir
acciones y no se les permite la libre elección para pensar y actuar por sí
mismos. Se le enseña que el bien colectivo está
muy por encima del bien individual. Cuando son adultos se especializan
en un trabajo con el que continuarán durante toda su vida, llegando a ser muy
buenos en ello, pero también muy autómatas. Esta idea de seguir el camino
marcado se refuerza debido a que la sociedad japonesa está mucho más
jerarquizada que las occidentales, desde las relaciones familiares hasta las
empresariales. Cada persona ocupa un
lugar en una gradación vertical y se le considera bueno si cumple con lo que se
espera de él según su posición social. Por ello existe una presión social en Japón bastante fuerte.
En teoría, todo ello minimiza la posibilidad de conflictos
sociales internos de
tipo racial, religioso, lingüístico, etc. La homogeneidad social es un tipo de utopía en la que todo apunta a eliminar las
diferencias, a fin de evitar la envidia, fomentando la paz y armonía. Aunque
creemos que en la práctica surgen algunas desventajas. En una sociedad homogénea,
en la que todo y todos son iguales, se crea un miedo a lo diferente y a la perdida de la
identidad nacional. Volviendo al ejemplo
de Japón; los jóvenes han sufrido una intensa revolución fruto de la presión de la escuela, familia
y un código de educación muy estricto. Así, algunos imitan a cultura occidental y su aspecto intenta ser similar al manga y
al anime. Por otro lado, Japón posee en la
actualidad un descenso de natalidad, siendo además uno de los países con más
población longeva del mundo. Esto hace
temer por la viabilidad de su sistema de pensiones y
la disponibilidad en el futuro de mano
de obra suficiente
En respuesta a este problema, el gobierno ha elevado la edad de jubilación
y ha reforzado las leyes contra la discriminación de las
mujeres en el trabajo. Pero estas medidas chocan con la fuerte tradición que
rige la sociedad japonesa. Como solución complementaria, las empresas están solicitando que se bajen las barreras inmigratorias,
para permitir la entrada de mano de obra no cualificada. Pero este proyecto está
fuertemente cuestionado, porque terminaría con la homogeneidad social, provocando (según los
que defienden aquellos que se oponen a estas medidas) inevitables roces sociales.
Muy bien, muy interesante. Tiene mucho que ver con el apartado "el comunitarismo" que veremos en el tema de Ciudadanía.
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